La evolución de una especie tan cercana al hombre como es el perro abre un camino desde el cual podemos analizar nuestra propia historia evolutiva y nos ayuda a entender una serie de interrogantes del proceso que recorrió el lobo para convertirse en nuestro mejor compañero. Los esqueletos de perros más antiguos encontrados por el hombre, se remontan aproximadamente a 30.000 años atrás, después de la aparición del hombre de cro-magnon (Homo sapiens sapiens). Como siempre han sido exhumados en asociación con restos de osamentas humanas, recibieron la denominación de Cannis familiaris (Grandjean, 2004). En la actualidad, las últimas investigaciones realizadas a partir del estudio genético-molecular de ADN, sugieren que el perro es el resultado de la domesticación del lobo durante el período Paleolítico (Fatjó, 2005). Es importante considerar los cambios abruptos que ha experimentado esta especie durante los últimos 50 años que representan menos del 0,005 % del tiempo en que se desarrolla la alianza perro hombre. Los cambios que presentan los perros son múltiples y abarcan desde sutiles comportamientos diversos entre las razas hasta las notorias diferencias de tamaño y forma que podemos encontrar. Los datos obtenidos por medio del estudio de uno de los animales más cercanos al hombre, nos permiten abrir el debate de cómo ha sido el camino evolutivo que han recorrido, cuáles han sido los factores predominantes en la diversificación de esta especie y como el hombre ha influido sobre ella.
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