Muchas, si es que no virtualmente todas, la descripciones y explicaciones biológicas, parecen incurrir de un modo u otro en ciertas connotaciones teleológicas: "los espermatozoides se mueve hacia el óvulo para fecundarlo" o "el colorido plumaje del pavo real macho es para atraer a las hembras". Uno de los problemas de esta clase de enunciados es que, prima facie, caracterizan y explican ciertos hechos, eventos o caracteres, en términos de sus consecuencias, de hechos o eventos futuros. Y claro está, esto es tremendamente problemático en la medida que supone invertir la relación de causa y efecto -en la medida que parece obligarnos a aceptar una forma de retrocausación. Una famosa sentencia kantiana afirma que: sería "absurd for humans. to hope that there may yet arise a Newton who could make comprehensible even the generation of a blade of grass according to natural laws that no intention has ordered" (Kant 2000: 271). Es decir, al parecer de Kant, nunca será posible entender los fenómenos biológicos en términos no teleológicos, puramente mecánicos, invocando sólo la acción de causas eficientes. Sin embargo, hay quienes opinan que legítimamente podemos considerar a Darwin como aquel Newton de la brizna de hierba, y de todos los demás "seres organizados", u organismos. En efecto, gracias a Darwin podríamos, en principio, explicar el colorido plumaje del pavo real ya no invocando una finalidad (atraer a las hembras), sino que una historia evolutiva de causas eficientes: un proceso de selección natural. En esta presentación examinaré con cierto detalle y ojo crítico el problema de la teleología en biología, repasando el panorama de alternativas y discusiones, y estableciendo ciertos nexos con el problema de las explicaciones psicológicas, y en particular, el problema de la intencionalidad.
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