La química analítica ambiental representa un campo de estudio en donde convergen dos de las llamadas “ramas de la química”. Por un lado la Química Analítica que se le define como una ciencia metrológica encargada de estudiar la composición química cualitativa y cuantitativa de la realidad a nivel atómico molecular y por otro lado la Química Ambiental cuya definición no está del todo consensuada, estando dentro de sus definiciones más populares como la rama de la química que estudia los proceso químicos que ocurren en el ambiente.
Como investigador activo en ambas disciplinas y como un consumidor habitual de la filosofía de la ciencia creo que he acumulado la suficiente experiencia como para evaluar el trasfondo filosófico de estas ramas de la química tanto en sus similitudes como en sus diferencias con otras disciplinas científicas. En esta oportunidad me referiré a la Química Analítica.
En Química Analítica me he dedicado al desarrollo de métodos analíticos para la determinación de elementos traza y sus especies químicas en distintas matrices tanto ambientales, como biológicas. Métodos que me han permitido obtener evidencias para resolver problemas de ciencia básica en el campo de la eco-toxicología, es decir en mi praxis el desarrollo de métodos analíticos se ha transformado en un medio más que en un fin en sí mismo. Así por ejemplo me he dedicado a desarrollar métodos analíticos para la determinación de Antimonio (Sb) y sus especies (Sb(V), Sb(III) y trimetilSb(V)) en muestras ambientales de agua, sedimento, biota marina, suelo, material particulado, como también en muestras biológicas de sangre, orina y cultivos celulares de riñón y macrófagos. Estos métodos me han permitido abordar problemas científicos que aportan conocimiento referido a los procesos de distribución, transformaciones y efectos tóxicos que generan estas especies químicas para la biósfera.
Desde el punto de vista de sus productos, la química analítica tiene una connotación que se mueve en el límite entre la ciencia aplicada y la tecnología, por cuanto sus productos son ya sea sistemas materiales que resuelven problemas de análisis químico, por ejemplo instrumentos analíticos, sistemas muestreadores, como también genera sistemas productivos eficientes de información (métodos). No podemos desconocer que la química analítica también posee una facción de ciencia básica en el contexto de las pocas teorías que se le conocen como propias como por ejemplo las teorías cromatográficas con sus postulados y teoremas que intentan comprender un ámbito de la realidad que son los procesos de separación por elución.
Tanto en el ámbito de las teorías cromatográficas como en la evaluación del desempeño de métodos analíticos, en esta rama se trabaja con conceptos con un trasfondo filosófico muy profundo. En ella se trabaja tanto conceptual como metodológicamente los conceptos de error, verdad y objetividad los cuales son interesantes de analizar. Desde un punto de vista axiológico y ontológico la química analítica es claramente una disciplina realista. No solo se acepta tácitamente la existencia de una realidad objetiva independiente del sujeto cognoscente, sino que se acepta la existencia de una verdad objetiva respecto de la composición química del mundo. Estos supuestos filosóficos poseen un tratamiento metodológico, es decir no se aceptan solo como postulados, sino que se contrastan empíricamente. Así por ejemplo, en esta disciplina se hace la diferencia en los conceptos de valor medido vs. valor de verdad siendo el primero el producto de la aplicación de los métodos analíticos, es decir datos y el segundo se refiere a la existencia objetiva de una cantidad de un analito (especie química) en el mundo. ¿Cómo se busca el valor de verdad de la cantidad de un analito en una muestra?, ¿Cómo se estima la verdad en química analítica?. Esto no es un mero consenso, de hecho la química analítica comparte el postulado cientifista que la mejor forma de comprender el mundo es a través de la lógica de la ciencia. Es a través de la convergencia estadística de valores medidos desde técnicas fundamentadas en cuerpos teóricos diferentes e inconexos que se estima este valor de verdad, un trabajo con un elevado gasto de tiempo y recursos que permite construir materiales de referencia certificados con valores de verdad estimados experimental y objetivamente.
El grado de convergencia entre el valor medido y el valor real es un indicativo del grado de verdad de nuestra afirmaciones acerca de la composición cuantitativa del mundo, es decir en esta disciplina se parte de la base que nuestras mediciones no son verdaderas o falsas sino que presentan grados de verdad cuantificables, resolviendo de paso la falacia de la falsa dicotomía entre lo verdadero y lo falso propio de la disputa entre el positivismo y el falsacionismo popperiano.
Waldo Quiroz es Doctor en Química de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y de la Universidad de Pau y de los países del Adour, Francia. Académico del Instituto de Química de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso desde el año 2006, desempeña sus actividades de investigación en las áreas de Química Analítica, Química Ambiental y en Educación Científica. Sus líneas de investigación son la eco-toxicología de metaloides; Desarrollo de métodos analíticos para la especiación química de arsénico y antimonio; La aplicación del realismo científico para el análisis de conceptos científicos en educación. Cuenta con 40 publicaciones ISI, 3 proyectos Fondecyt como investigador principal y un libro como único autor titulado “Naturaleza de la Ciencia para todos” destinado a divulgar las bases filosóficas de la ciencia al público general.
Desempeña su docencia en las asignaturas de Química Analítica, Química Ambiental y Epistemología de la Ciencia para los planes de estudio de pre-grado de Química Industrial, Bioquímica y pedagogía en Química y Ciencias Naturales y en los planes de post-grado de Magister en Didáctica de las Ciencias experimentales; Doctorado en ciencias con mención en Química en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
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