La historia de la filosofía está estrictamente conectada a la historia de la biología. En particular, los intentos de encontrar un concepto de naturaleza humana biológica son ubicuos en la historia de la antropología filosófica. Con el advenimiento del evolucionismo darwiniano, sin embargo, los intentos de biologizar el concepto de naturaleza humana recibió un golpe. Darwin hizo claro que somos parte de un árbol filogenético, compartiendo características con nuestros ancestros menos y más distantes. Él también mostró que las características que compartimos como especie, y que son asumidas como únicas nuestras, podrían ser meramente el producto de un proceso contingente de selección. El evolucionismo darwiniano, en breve, indica que: primero, muchos de nuestras características supuestamente típicas de especie son homologías; segundo, que si tales características son adaptaciones, ellas son contingencias evolutivas; y, sobre todo, que somos, como cualquier otra especie que evoluciona, genéticamente y fenotípicamente muy variables. En esta charla, destacaré las consecuencias filosóficas de tomar esta variación como una característica central de nuestra biología. En particular, me enfocaré en la evidencia proveniente de la microbiómica para mostrar que hemos pasado desde una noción esencialista a una estadística a una dispersada de naturaleza humana. Mi conclusión será que tal biología, después de todo, podría no tener mucho de interés que decir sobre qué somos.