Siguiendo la búsqueda por lo peculiar y definitorio de los seres vivos defenderé la idea de que sólo dos propiedades constituyen hoy candidatos posibles para una definición simple de ser vivo.
La primera, corresponde a una reinterpretación del concepto de 'autopoiesis', para lo cual proponemos una redefinición de esta propiedad, de manera que dé cuenta de fenómenos biológicos básicos que son reconocidos en los seres vivos. Como consecuencia de esto, la nueva definición abarca tanto a los sistemas homeostáticos como a los autorreproductivos. Argumentaré que la falta de claridad en la enunciación de las definiciones originales de autopoiesis ha llevado innecesariamente a interpretaciones que rodean al concepto de un carácter misterioso o por lo menos superfluamente intrigante.
La segunda, es una extensión de la línea recientemente expuesta por Carlos Medina en el IFICC con énfasis en la termodinámica fuera del equilibrio y en la línea de pensamiento de Schrodinger y Prigogine. Propondré que las perspectivas termodinámicas hasta ahora no han logrado proporcionar una propiedad termodinámica definitoria de los seres vivos que cumpla con exigencias mínimas de una definición. Argumentaré que la razón de ello es que se ha seguido el giro que dio la escuela de Prigogine, con su énfasis en el orden espontáneo y las estructuras disipativas. Aunque mostraremos que Schrodinger estaba más cerca de lo que creemos correcto, ambas perspectivas yerran debido a su común consideración del orden como un propiedad esencial del ser vivo y que, por lo tanto, aparece como primitiva en las definiciones termodinámicas. Propondremos una definición termodinámica de ser vivo donde el orden es una consecuencia y no una propiedad esencial. Para ello deberemos conectar la nueva definición con la historia de las teorías sobre el origen de la vida, en particular, con las teorías de la generación espontánea.