El problema acerca de lo peculiar y definitorio de los seres vivos no es algo que haya estado siempre en la mente de los pensadores y científicos. Expondré una breve historia de esta problemática, con el sesgo de la mirada sistémica. Particularmente, analizaré brevemente el surgimiento mismo del problema y cómo la biología siguió la senda abierta por el vitalismo. Particularmente defenderé las siguientes afirmaciones: (1) El vitalismo establece e impone uno de los desafíos más interesantes de la biología: el de explicar la organización, estabilidad y coherencia de los seres vivos, reconociendo su extrema e intrincada complejidad; (2) Del vitalismo surgen dos vertientes diferentes: el vitalismo que explica al ser vivo por un poder central (representado por Driesch y Bergson, y que llamaremos "vitalismo holista"), y el vitalismo que lo explica por las propiedades de las partes (representado por Haeckel y Teilhard de Chardin, y que llamaremos "vitalismo atomista"); (3) Ambas estructuras explicativas permanecen en el genocentrismo contemporáneo; (4) La perspectiva sistémica es deudora del vitalismo, pero a su vez representa la única alternativa contemporánea que puede considerarse radicalmente opuesta al vitalismo. Ejemplos de este último punto provienen de conceptos sistémicos relacionistas (e.g., autopoiesis y autoorganización) y termodinámicos (e.g., estructuras disipativas).
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