"Juicios morales sin principios: un argumento (o dos, bueno, varios) contra la tesis de las reglas sentimentales de S. Nichols, y su crítica a los modelos emocionistas en psicología moral"

Expositor/a: 
José Manuel Araya
Coloquio N°: 
Trigésimo sexto Paseo por la Complejidad

Cuán central sea el rol que juegan las emociones en nuestra capacidad moral es una de las cuestiones más disputadas en la literatura filosófica: ¿formamos nuestros juicios morales como resultado de un proceso deliberativo racional llevado a cabo totalmente “en frío”, en el cual subsumimos eventos del espacio social bajo principios morales, y las emociones contribuyen solo en la motivación de la acción?; o bien, ¿son los juicios morales mismos resultado causal de un proceso emocional, en el cual no figuran representaciones de principios morales?
Recientemente, una serie de investigaciones empíricas en distintos campos han comenzado a recolectar evidencia capaz de iluminar directamente la comprensión que tenemos acerca de dicha cuestión. Sobre la base de esta evidencia he argumentado en otras oportunidades (e.g. Araya, 2010) que las emociones son necesarias y suficientes para la formación de juicios morales. Sin embargo, S. Nichols (2004; Mallon y Nichols, 2010) ha sostenido que si bien las emociones son necesarias para el juicio moral, ellas no son suficientes para la formación de juicios morales genuinos. Nichols propone en su teoría de las reglas sentimentales que formamos nuestros juicios morales a partir del funcionamiento de dos mecanismos: una teoría normativa constituida por representaciones de principios morales y un sistema de emociones. De este modo, según Nichols nuestros juicios morales requieren necesariamente para su formación de representaciones de principios morales. En esta oportunidad argumentaré, sobre la base de evidencia empírica y de consideraciones teóricas, que la teoría de Nichols falla. En primer lugar, me interesa mostrar que la evidencia sobre la que Nichols basa su posición no logra descartar una posición emocionista, donde las emociones son necesarias y suficientes para el juicio moral. En segundo lugar, me interesa mostrar que hay un cuerpo contundente de evidencia en ciencia cognitiva que sugiere que no formamos nuestros juicios morales mediante razonamientos construidos a partir de principios morales.