Las categorías de la psicología popular forman parte de nuestro material conceptual básico. En filosofía, esto se manifiesta en la forma en que hablamos sobre los estados mentales, los ejemplos que escogemos cuando elaboramos experimentos pensados, y el fuerte énfasis que pone la epistemología en la noción de creencia de la psicología popular. En ciencias cognitivas el impacto es algo más sutil pero igualmente importante, manifestándose en los fenómenos que se eligen para estudiar y la terminología usada en el reporte de resultados.
El uso de conceptos de psicología popular supone un riesgo tanto para la filosofía como para las ciencias cognitivas. Existen buenas razones para pensar que los conceptos de psicología popular carecen al menos de dos rasgos necesarios para una adecuada aplicación en ciencia y filosofía. Estos son a) estabilidad transcultural, y b) especificidad. La carencia de estos dos rasgos hace a los conceptos de psicología popular inapropiados para la argumentación filosófica y la explicación científica.
A pesar de su inadecuación para usos técnicos en filosofía y ciencia, los conceptos de psicología popular pueden tener sin embargo una importante función social, posibilitando narrativas del comportamiento social y discursos normativos, entre otros.
Como estrategia, propongo una constante revisión teórica y científica de los conceptos de psicología popular, tendientes a eliminar progresivamente su uso en contextos técnicos académicos, pero respetando el rol positivo que ellos juegan en la vida social no académica.